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-¡Guardias! Me robaron el carruaje.

Se miraron entre sí y echaron a reír. – Ja ja. La haraposa niña con aires de princesa desconoce la suerte de su carruaje. No le provoca una limonadita de mango. Si no es mucha reverencia?
En sus ojos se veía lo profundo de su tristeza y una incontrolable rabia a punto de transformarse en llanto, pero tan solo una tímida lagrima rodo por su mejilla derecha. 
-¿Me puede decir la hora?
-  Con gusto princesa. Son las 12:05 de la madrugada. Eres muy jovencita como para estar a esta hora fuera de su casa.
Sin musitar una sola palabra dio un leve pero muy profundo suspiro… dejo que su destino fuera controlado por el tiempo. – Tonta hada madrina. Que sueño me inventaste. Dijo para sus adentros. Se fue sin dejar rastro.
Pobre. Eres solo un cuento dulce Cenicienta.
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