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-¿Qué haces? Preguntó.
-Mirando fotos de mí sombra más azul.
- ¿Tu qué? ¿Tú sombra azul?
- Si.
- ¿Tienes una sombra azul? Preguntó en medio de risas.
-Tenía. Parece ser.
- Ah… Tenías.
-Si.
- ¿Y por qué? Se volvió de otro color?
- No. Se fue. Dice.
- Y para donde. Si se puede saber. Dijo con cierto tono irónico.
- No sé… Solo me dejó una carta en la que decía que se quería ir de vacaciones y necesitaba un nuevo aire, un nuevo sol… Un poco de tiempo, más espacio para ella, quizá algo de mar… quizá algo de…
- ¿De silencio?
- No. Silencio no. El día que mi sombra deje de hablar ese día habré muerto y el sol lloraría por su sombra. Esa que suele vestirse de cielo para no tener que esperarlo solo en los ocasos.
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